La cafetería del Parlamento, sin clientes, el pasado viernes
La cafetería del Parlamento, sin clientes, el pasado viernes - ROCÍO RUZ

Navidad hasta febrero en el Parlamento andaluz

ABC comprueba la baja actividad en un enero más sin plenos, pero con dietas

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Viernes 8 de enero. 12.05 horas. Fuera del poder hace frío. Corren ráfagas de un viento gélido que corta la respiración. De puertas adentro, el Parlamento de Andalucía es un desierto. El periodista se imagina que de un momento a otro va a toparse con uno de esos matojos rodantes que las películas del Oeste utilizan para representar los espacios solitarios. Enero, como agosto, es un mes inhábil en la Cámara. Así lo dicta el reglamento, reformado en noviembre de 2014 para, entre otros cambios, hacer operativo el mes de julio, que antes también se pasaba en blanco.

Como no es lo mismo contarlo que vivirlo, el periodista decide comprobarlo sobre el terreno

Significa que en enero no hay plenos ni comisiones ordinarias.

El parón es perceptible antes de pasar los controles de seguridad. En las puertas no hay gritos ni pancartas de los colectivos que suelen descargar su ira contra el Ejecutivo en las sesiones plenarias. Un periodista que acude al Parlamento en enero se convierte de inmediato en un elemento sospechoso. «Pero, ¿hay algo?», asaetean a preguntas, curiosos, los funcionarios que vigilan la entrada.

La noticia es justamente esa: que no hay nada. Que en una Comunidad desarbolada por la crisis (con 962.974 parados) y con los españoles cabalgando con inquietud hacia unas nuevas urnas, la sede de la soberanía del pueblo andaluz prolonga sus Navidades hasta febrero. El curso político echó el cierre el 23 de diciembre, en plena resaca electoral. Para que la oposición retome su marcaje al Gobierno de Susana Díaz habrá de esperar al 10 de febrero. Hasta entonces el salón de plenos permanecerá cerrado a cal y canto. Ahora, además, está cercado por las vallas. Pocas imágenes tan claras puede haber de la galbana y el inmovilismo en el que está instalada la democracia andaluza. El poder legislativo se toma un descanso de 49 días en Andalucía en el momento de mayor incertidumbre desde la Transición.

Como no es lo mismo contarlo que vivirlo, el periodista decide comprobarlo sobre el terreno. La primera parada del paseo son las dependencias de Ciudadanos. En ellas, una asesora ofrece la posición oficial del partido de Juan Marín sobre este mes de vacío legislativo. Son receptivos a que haya agenda parlamentaria en enero, pero, añaden, la reforma del reglamento debe ser más profunda y consensuada, a tono con el lenguaje del nuevo tiempo. Proponen «que las dietas y complementos mensuales tributen, no como ahora». Uno de los pocos despachos que tienen la luz encendida es el de Julio Díaz, el diputado de C’s que preside la comisión de investigación sobre el fraude de la formación. Pero no hay posibilidad de retratarlo porque está reunido con el presidente del Parlamento, Juan Pablo Durán (PSOE), para sondear la posibilidad de convocar una reunión la próxima semana.

Rumbo a la cafetería

Resignados a irnos sin la foto, ponemos rumbo a la cafetería con escasa esperanza de abordar a alguna de sus señorías con el café o el vermú. Durante los meses de enconadas negociaciones, la vida parlamentaria gira en torno a esta barra y las mesas que la circundan. En ellas se tejen alianzas, se reescriben las mociones y se intercambian confidencias. El Parlamento está, casi siempre, más fuera que dentro. Los días de pleno se sabe que han acabado de hablar los primeros espadas cuando se van vaciando los escaños y se va llenando la cafetería. Lejos del frenesí de esos días, los camareros no tienen clientela. Tampoco la esperan. De hecho, el horario se reduce este mes. «Aquí no ha aparecido nadie, pero nadie, nadie. Si acaso dos diputados de C’s», cuenta con retranca una de las camareras.

La ruta por los demás grupos políticos, poco importan las siglas, arroja el mismo resultado: ni un alma. Tampoco aparece por ningún oscuro recoveco (el Parlamento es un laberinto) el espectro de Sor Úrsula, la monja que el anterior presidente andaluz, José Antonio Griñán, confesó haber visto deambular por las estancias del antiguo Hospital de las Cinco Llagas. Nos topamos, eso sí, con un jardinero esgrimiendo el rastrillo en el Patio de la Prensa, ajeno a fantasmas de cualquier condición.

La (in)actividad del Parlamento es una cuestión sometida a permanente discusión. Lo era hace lustros, cuando funcionaba el rodillo de las mayorías absolutas y el PP, capitaneado por Javier Arenas y luego por Juan Ignacio Zoido, no se cansó de pedir con mayor o menor fortuna que se convocaran plenos extraordinarios en julio, agosto y enero. Muchos años antes de que los partidos emergentes, con el mazo de la revolución contra el sistema y su diatriba contra el bipartidismo, empezaran a sacudir los endebles pedestales de la arquitectura institucional.

Desde posiciones divergentes, Podemos y el PP han reactivado el debate en los últimos días. La formación morada, que dirige Teresa Rodríguez en Andalucía, apela a Susana Díaz para acabar con la «vergüenza» de que en enero los diputados vayan a cobrar 2.500 euros en dietas que bautizó como «sobresueldos en B y sin tributar». Pese a su discurso contra los privilegios de la «casta» política, Podemos no respalda la propuesta lanzada por el PP para que en enero se celebren plenos y comisiones y la califica como una «cortina de humo» para ocultar el cobro de dietas.

La piedra lanzada por Podemos incomoda a casi todos. El portavoz socialista en el Parlamento, Mario Jiménez, replica a Rodríguez que «quiere extender una cortina de humo para tapar las vergüenzas» del líder nacional, Pablo Iglesias, que en la campaña electoral «confundió intencionadamente el 28 de febrero y el 4 de diciembre de la lucha del pueblo andaluz con el independentismo». IU, por su parte, cree que más prioritario que ampliar el periodo de sesiones es evitar que el Ejecutivo mantenga «secuestrada» la Cámara.

Cambiar las reglas de juego no es una tarea fácil. Requiere la aprobación de tres quintos de los diputados. El PSOE, con 47 escaños, puede bloquear cualquier revisión que no sea de su agrado. Hasta ahora, las variaciones se han resuelto con consenso. «Al PSOE se le han ido ganando puntos y acabó apoyando que julio fuera hábil, pero siempre ha estado en el “no a todo”», rememora un veterano exdiputado del PP.

De entrada, en el PSOE no están por la labor de incluir enero en la agenda. Zanjan el asunto asegurando que no hay ningún debate abierto. Consideran «poco riguroso» que se haya votado por unanimidad el 17 de diciembre un calendario que fijó las sesiones de febrero a julio, y recuerdan que en octubre se aprobaron sin votos en contra las cuentas de la institución con la correspondiente partida de indemnizaciones. Podemos salva la contradicción argumentando que sólo le dieron 24 horas para hacer alegaciones.

Leyes en espera

Lo que nadie aclara es el porqué del inexplicable paréntesis de enero, cuando aguarda la tramitación de leyes tan imperiosas como la de atención a los discapacitados o la de renta básica social. Desde el Parlamento repiten que así lo marca el reglamento, emulando a otras asambleas autonómicas, y que lo deciden los grupos políticos, devolviendo la pelota al mismo punto de partida.

Entre tanto, los pasillos del Parlamento se muestran tan deshabitados como la democracia deliberativa en el salón de plenos. «Es más fácil que encuentre al fantasma de Sor Úrsula que a un diputado», bromea un funcionario. Las pesquisas acaban con el reportero siendo invitado a abandonar la sede de la soberanía andaluza por carecer de permiso (al parecer había que pedirlo) para hacer una ronda por los grupos políticos. Sólo a un iluminado o a un periodista se le ocurría buscar actividad en el Parlamento un viernes de enero.

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