«Estamos muertos en vida desde que mi hermana Ángeles Zurera desapareció; diez años de duelo»

«Nos enteramos después que sólo doce días antes de desaparecer, su ex le había dado un puñetazo a mi hermana», explica la familia

El hermano de Ángeles muestar su foto ABC

A. R. V.

Nada hacía presagiar que Ángeles Zurera iba a ausentarse para siempre el 2 de marzo de 2008. El día anterior esta mujer separada de 42 años, residente en Aguilar de la Frontera , a 50 kilómetros de Córdoba, había estado de compras en esta capital con uno de sus dos hijos, su nuera y una prima. Cuando abandonó su casa de manera intempestiva, después de recibir una llamada de su exmarido a la 1.20 de la madrugada, las ropas recién adquiridas permanecían aún dentro de las bolsas.

Pese a sus grandes problemas de visión , se dejó atrás las gafas, las lentillas y hasta el DNI. Su hermano, Antonio Zurera, ha repasado mentalmente cientos de veces los últimos pasos en la vida conocida de Ángeles. Su conclusión es categórica: «Se fue contra su voluntad». ¿Adónde? Es el gran enigma que no han sabido descifrar los investigadores que han llevado el caso cuando están a punto de cumplirse diez años de su extraña desaparición. «¿Qué motivo tenía para irse ahora, si es cuando mejor estaba tras quitarse de encima el problema que tenía?». Ese «problema» era, ni más ni menos, que acababa de salir de una relación de pareja que, muy probablemente, había convertido su vida en un infierno .

Hasta que el juzgado de Aguilar dio por archivado su caso hace tan sólo tres meses -aunque la investigación de la Guardia Civil no está cerrada-, «su exmarido estaba imputado», aclara Antonio . Los indicios no debían de ser concluyentes.

«Nos enteramos después que sólo doce días antes de desaparecer, le había dado un puñetazo a mi hermana porque había un parte de lesiones del hospital de Montilla donde fue atendida», cuenta. Por este motivo su ex pareja, con el que estaba en trámites de divorcio, fue condenado. «Es el primer caso de violencia de género en el que se condena al culpable sin que la víctima pueda declarar. Con todos estos datos, pensamos que esto es más un homicidio que una desaparición».

La Guardia Civil, con ayuda de perros entrenados en rescates, ha rastreado pozos, alcantarillas, alpechineras y hasta paredes de una casa de su exesposo en el municipio cordobés, pero no han encontrado su cuerpo. No hay rastro de Ángeles.

En diez años sus cuentas corrientes no se han movido, pero la rutina de su familia ha cambiado por completo . «Nuestra vida la dejamos estancada hace diez años. Estamos muertos en vida, diez años de duelo. Imagínese que una hija suya o una madre no aparece un día por casa, sabiendo las cosas que ahora sabemos, y tener que encontrarnos con la persona que la maltrataba en el pueblo», se lamenta.

Antonio Zurera no piensa parar hasta encontrarla, aunque sus esperanzas de hallarla con vida, a qué negarlo, son cada día más remotas. Ha encargado un informe criminológico con treinta pruebas que se pueden hacer y que no se han hecho, como examinar las imágenes de su móvil. «Por insignificante que sea, quien sepa algo que se ponga contacto conmigo . Cualquier detalle puede ser el hilo del que tirar». Nunca se sabe.

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