Senés, en Almería, con poco más de 300 habitantes ABC
GRANADA Y ALMERÍA, LAS MÁS DESPOBLADAS

Uno de cada cuatro pueblos corre el riesgo de desaparecer

En Andalucía hay 206 municipios con menos de mil habitantes, un 26,5% del total

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Mil es el número mágico. El fiel de la balanza que indica que un pueblo puede estar o no en riesgo de extinción por su número de habitantes. Y España corre un serio peligro de que pronto sus municipios, sobre todo los de sus áreas rurales, pasen a mejor vida: más de la mitad de ellos están por debajo de esa cifra y despoblándose. Casi 5.000 pueblos han sido castigados por el éxodo del campo, no tienen renovación generacional y la pérdida continua de sus habitantes eleva el envejecimiento de sus censos.

En Andalucía la sangre no llega al río. Por ahora. Estamos por debajo de la media en despoblación; «sólo» 206 tiene menos de mil habitantes, lo que supone el 26,5% del total, uno de cada cuatro.

Pero en porcentaje las poblaciones de Almería y Granada que no superan esa cifra son muy preocupantes, 49,5 y 39 por ciento. Casi todos son rurales. Un informe de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) presentado recientemente advierte que si sigue agravándose la crisis demográfica el futuro de estos pueblos está comprometido.

Javier Sola es el alcalde de Senés, Almería, 330 habitantes, llegó a tener dos mil. El mayor tramo de población está ahora en torno a los 65-70 años. «Cuando yo entré en la alcaldía hace 14 años había en el censo de mi pueblo prácticamente más personas que vivían en Argentina que en Senés, era obligatorio que los residentes ausentes, las personas que vivían en el extranjero, tuvieran una localización en España», relata Sola. «Daba la casualidad de que si pudieran votar con facilidad desde allí hubieran decidido mi alcaldía», sonríe. Senés está en la comarca de Filabres Alhamilla, en Almería, una de las más afectadas por la despoblación. De sus 17 municipios, diez tienen unos 500 habitantes.

«El primer éxodo importante fue en los años 40 y 50 a Argentina y Estados Unidos; en los 60 la inmigración se dirigió a Alemania, Barcelona, Madrid y Elche, zonas industrializadas; con el “boom” de la construcción también salieron jóvenes y curiosamente, con la crisis económica ha vuelto gente, aquí no hay para vivir del campo, pero sí para subsistir de él», apunta Sola. «Los alcaldes y concejales de esta zona no cobramos, lo hacemos por amor a nuestros pueblos, con el inconveniente de que tenemos dedicación 24 horas, todos nuestros vecinos nos conocen y pueden venir en cualquier momento para que le resolvamos un problema».

La propia Femp tiene una Comisión de Despoblación. Su presidente es Juan Antonio Sánchez Quero. En sólo un año, entre 2015 y 2016, España ha perdido 67.374 habitantes, casi como si hubieran desaparecido las capitales de Soria y Teruel. Sánchez Quero advierte de que la crisis demográfica azota especialmente a los pequeños y medianos municipios: «Es una cuestión de Estado, ya no es solamente el interés social sino también económico, son las diputaciones y los ayuntamientos, los que conocen de primera mano la despoblación y la punta de lanza para luchar contra ella».

«Yo entrego las llaves»

En eso coincide al cien por cien con el alcalde de Senés, «el día que desaparezca la Diputación de Almería, yo cojo las llaves del consistorio y se las entrego a la Administración competente, no es porque yo sea del Partido Popular, otros regidores de IU o del PSOE de la comarca le pueden decir lo mismo, pero la Junta de Andalucía no llega, se ahoga en su propia burocracia, es muy lenta, si hay un problema de abastecimiento de aguas yo sé que la diputación provincial está aquí con los técnicos de forma inmediata».

Curiosamente, cuando se habla con los alcaldes de estos pequeños pueblos que en Andalucía no han caído tanto por estar cercanos a una ciudad importante o a una capital, los servicios privados se echan más de menos que los públicos. Correos no llega todos los días, hay fines de semana que las urgencias médicas dependen del hospital de la comarca, las carreteras necesitan un repaso, pero en verdad de lo que se quejan es de que los bancos han desaparecido o que el proyecto para llevar la fibra óptica se retrasa mucho.

Así lo pone de manifiesto Francisco Javier Benítez, alcalde socialista de Cartajima, en el Valle del Genal, en Málaga, de 265 habitantes. La población ha disminuido un 50 por ciento desde los años 70. «Hace ocho años que cerraron la última oficina bancaria que había, aquí hay muchos mayores, para nosotros no es problema porque nos hemos acostumbrado a operar a través de internet o hacer transferencias bancarias, pero cualquier persona que necesite dinero o pagar un recibo debe desplazarse a Ronda, no solamente somos nosotros, de los veintitantos municipios que componen el Valle del Genal más de la mitad no tiene un banco».

En Cartajima llegaron a tener en toda la escuela dos alumnos

En Cartajima ahora están muy contentos, gracias a un programa de repoblación, donde se facilitaba casa y ayuda a las familias que se instalaran con hijos, tienen ocho niños en la escuela, el año pasado vieron las orejas al lobo cuando solamente eran dos críos, según comenta Benítez. «Vivir cerca de la costa hizo que la gente joven emigrara al calor de la construcción y del sector servicios, sobre todo hostelería, buscaban una salida laboral», se lamenta el regidor serrano.

José Antonio Gallardo Pérez lleva en su agencia la información de los municipios del Valle del Genal y es un firme defensor de la vida en el campo. «Aquí, con muy poco dinero se hacen muchísimas actividades, solamente el hecho de vivir rodeado de paisajes de montaña merece la pena», señala el director de Serranía Comunicación.

Ahora mismo existen en Andalucía 53 Grupos de Desarrollo Rural. Son entidades público-privadas para promover acciones que frenen el abandono del campo. Su presidenta es Rosario Andújar Torrejón, que critica que las grandes compañías «dan la espalda al medio rural invirtiendo sólo donde les resulta más rentable a corto plazo, olvidando las zonas rurales alejadas de las grandes ciudades». Andújar considera que «vivir en el medio rural se está convirtiendo en un privilegio solo para aquellos que se lo pueden permitir por su calidad de vida, patrimonio cultural o medio ambiente». Suena bucólico, pero es una esperanza.

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