Una víctima y cuatro culpables del fracaso del proyecto cultural de Antonio Banderas

La víctima: Antonio Banderas y su proyecto

Insultado y humillado. El desengaño que se ha llevado el actor malagueño Antonio Banderas con su propia ciudad ha sido tan mayúsculo que le ha forzado a abandonar uno de sus proyectos más soñados: diseñar un proyecto cultural con el teatro como principal vértice. Un contenedor de cultura y de ocio de 9.000 metros cuadrados situado en plena plaza de la Merced, junto a la casa que vio nacer a otro malacitano universal: Pablo Picasso.

Banderas no ha soportado la presión de las críticas y, sobre todo, el tono con el que se han llevado a cabo muchas de ellas. Especialmente se cargan las tintas contra los grupos de izquierda que conforman la oposición en el Ayuntamiento, que gobierna el Partido Popular. Pero el listado de presuntos culpables que han terminado por dar al traste con un ambicioso proyecto es más extenso.

A todos ellos les cabe algún grado de responsabilidad de un fiasco que, además de internacional por la relevancia de su principal protagonista, tendrá una importante repercusión a nivel local. Ahora nadie sabe qué va a pasar con la manzana vergonzante que antaño ocuparan los cines Astoria y Victoria, hoy al borde del derrumbe después de que hace siete años el Consistorio se gastara en ella 20 millones de euros.

Izquierda Unida y Podemos

Sin duda han sido de quienes han partido las más aceradas críticas sobre el proyecto que capitaneaban Banderas y el arquitecto José Seguí, además de Starlite, la empresa que organiza el exitoso festival de conciertos de Marbella, ganadores del concurso de ideas no vinculante puesto en marcha por el Ayuntamiento para rehabilitar la preciada manzana de la plaza de la Merced.

Especialmente duros han sido los concejales de Izquierda Unida-Málaga para la Gente. Tildaron el plan de Banderas de insostenible y criticaron hasta la extenuación el acuerdo para convocar el concurso. «Banderas quiere convertirme en el malo de su próxima película, que podría titularse El Zorro y Zorrilla», ha afirmado jocoso el portavoz de IU, Eduardo Zorrilla, tras confirmarse el abandono del actor. La gota que colmó el vaso fue su pretensión de anular el concurso, una medida que no salió adelante gracias a la abstención del PSOE.

También desde Málaga Ahora, la marca blanca municipal de la formación podemita, la confrontación llegó al poco de fallarse el concurso. Además de dudar sobre la viabilidad económica de la iniciativa, cuando el proyecto ganador incluía el pago de un canon anual, su portavoz ridiculizó a los gestores del plan para el Astoria cuando preguntó al alcalde qué ocurriría si Paz Vega o Chiquito de la Calzada se presentaran a un concurso.

Ciudadanos

Las veleidades del grupo de tres concejales que en ocasiones ayuda al equipo de gobierno municipal y en otras les tumba decisiones importantes han sido también claves. No han criticado en ningún momento a los gestores del proyecto ganador, pero su posición final en torno al concurso, aliándose con la extrema izquierda al pedir que fuera anulado (querían que la determinación fuera vinculante), los ha retratado. Culpan ahora en exclusiva a los grupos de izquierda.

Francisco de la Torre

La voluntad del alcalde por quitarse de encima en su mandato el baldón que le supone el mamotreto de los viejos cines de la plaza de la Merced no le ha ayudado precisamente. Y le ha perjudicado directamente su ilusión, compartida por muchos malagueños, por que fuera un malagueño de pro como Antonio Banderas, dispuesto a dejarse 250.000 euros anuales de su pecunio, quien le sacara del atolladero.

Sobre todo cuando cometió el error dialéctico de dar prácticamente por hecho que el pliego de condiciones que debía regir el definitivo concurso de adjudicación del proyecto debía valorar «contar con una persona cualificada con capacidad de proyección». Aunque luego se desdijo, le faltó poner el nombre. Abrió la espita para que la oposición le acusara de hacer un «traje a medida» para un proyecto que además obligaba a modificar el plan urbanístico del centro malagueño por sumar más alturas de las preceptivas.

Una sociedad dividida en trincheras

Ha bastado un mes para tumbar un proyecto. Lo cual es una eternidad en estos tiempos de redes sociales y, sobre todo, de una sociedad a la que le cuesta poco dividirse en buenos y malos. Desde un sector institucional de Málaga se azuzó una idea marco: si estás en contra del proyecto de la plaza de la Merced estás contra Málaga y su desarrollo. Sin admitir matices, dudas ni las críticas que cualquier proyecto público puede recibir. Otro sector pasó de la crítica razonable a una iniciativa municipal al descrédito de sus gestores, dando por hecho que el Ayuntamiento pretendía «regalar» a Banderas un suelo privilegiado por el mero hecho de serlo. En suma, prácticamente han acusado al actor de venir a hacer caja cuando su pretensión era justamente la contraria.

Y, por medio, se han cruzado también los misiles de alcance que se suelen disparar cada vez que en torno a una noticia hay nombres señalados de arquitectos. Las filias y especialmente fobias que levantan determinados personajes dedicados al diseño urbano, aunque más soterrados, no han sido proyectiles de fogueo precisamente.