ANIVERSARIO

Málaga recuerda su primera rebelión femenina

Las «faeneras», mujeres que embalaban productos en el puerto, se levantaron contra el precio de los productos básico el 9 de enero de 1918

El alcalde descubre la placa junto a un grupo de mujeres vestidas de «faeneras» ABC

J.J. MADUEÑO

Su estampa embalando los productos que iban a ser exportados ha sido inmortalizada por los pintores. En el recuerdo, las «faeneras» quedaron grabadas mientras trabajaban, pero también cuando se levantaron. A finales de 1917 los productos básicos comenzaron a subir precio. Cerca quedaba la huelga general revolucionaria de agosto de 1917. Los trabajadores sabían que podían protestar en un país convulso, que había vivió en 1917 las Juntas de Defensa y las Asambleas de Parlamentarios, secretas y con la fuerte inflación, el aumento del paro, el descontento del ejército y desafío catalanista en el punto de mira. En Málaga, ese descontento estalló el 9 de enero de 1918 con un millar de mujeres, las «faeneras», sublevadas ante la carestía de los precios de productos como el pan. Protestando en la calle en la primera rebelión femenina de la ciudad.

Las mujeres, armadas de valor, se presentaron ante el gobernador militar, que no sólo no les prestó atención, sino que se mofó de ellas. Exigían que se bajase el precio de las patatas o las harinas . Pedían que los productos básicos tuvieran unos precios razonables para el pueblo. Las movilizaciones en las calles se extendieron hasta el 21 de enero y acabaron con cuatro muertos. Al no hacerles caso el gobernador civil, Rodríguez de Rivas, las «faeneras» se presentaron ante el alcalde, el liberal Salvador González Anaya, que las atendió con Concepción Mesa como portavoz. El regidor se comprometió a reunirse con agricultores, almacenistas y harineros para negociar la bajada de los precios, pero fue destituido.

Abandonaron el Ayuntamiento y se manifestaron por el centro de la ciudad hasta la Alameda Principal. Finalizaron con una asamblea en las puertas de Industria Malagueña , la fábrica textil de las ilustres familias Heredia y Larios, el 11 de enero. Sin embargo, los patrones rechazaron las medidas del alcalde, que amenazó con tablas reguladoras de precios y los industriales optaron por cambiar de regidor.

Se nombró entonces al conservador Mauricio Barranco para evitar más sustos. Y todo acabó en una nueva movilización el 14 de enero, donde se celebró un mitin multitudinario de las portavoces Dolores Balaguer, María Valdés Pérez y Concepción Mesa. Al día siguiente la manifestación partió del Puente de Tetuán con las mujeres de El Perchel, La Trinidad y El Bulto, de Calle Granda con las de Capuchinos y La Victoria y desde la playa de Huelin con las «faeneras» acompañadas por los trabajadores de los altos hornos de Málaga.

Los tres grupos confluyeron en el Gobierno Civil al grito de «Vivan las mujeres unidas» y «Muerte a los acaparadores». El gobernado las recibió y exigió que se disolvieran. Las cargas policiales intentaron dispersarlas, pero en las aceras de la Marina respondieron con piedras y palos. Tuvo que llamarse a la Guardia Civil que abrió fuego y provocó una desbandada de la manifestación hacia el centro de la ciudad. Las cargas y los disparos de fusiles continuaron hasta calle Larios y Plaza de la Constitución. El ejército tomó Málaga con un balance de cuatro muertos y 19 heridos , dos de ellos guardias civiles.

La madrugada del 16 de enero se clausuraron los locales obreros, pero se inició un paro en señal de duelo entre los empleados portuarios, del transporte, carpinteros, albañiles, tipógrafos y herradores. A media mañana se produjo un cierre general de los comercios de la ciudad. En el almuerzo pararon los obreros de las fábricas. Unas 12.000 personas se dirigieron al Hospital Militar, donde se encontraban los cadáveres de los manifestantes y el entierro se hizo de madrugada para evitar una comitiva masiva. La huelga general se mantuvo y se sumaron oficinistas, escuelas, institutos, costureras y barberos. Se comenzó a negociar la bajada de precios y el 21 de enero se constató la bajada de precios en los productos básicos.

Ahora Málaga recuerda aquello con una placa en la Plaza Poeta Alfonso Canales para que « la ciudadanía nunca olvide el coraje y dignidad de estas mujeres » –remarcó el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre–. No es el primer vestigio de este pasado que tiene la ciudad, ya que calle Vendejas se llama así en honor a las «faeneras». Las aguerridas mujeres dedicadas al embalaje de las pasas y los higos en los almacenes de los exportadores, que trabajaban desde mediados de septiembre hasta octubre coincidiendo con la vendimia, haciendo su faena.

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