Liberto Toro enseña a Felipe a dar golpes al saco en su gimnasio
Liberto Toro enseña a Felipe a dar golpes al saco en su gimnasio - J.J.M

Cómo dar un buen gancho a cambio de buenas notas

El Club de Boxeo Toros de Marbella enseña este deporte a niños con problemas de conducta

MARBELLA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Juan apenas mide 1,20 metros de altura. Golpea uno de los sacos del gimnasio que regenta Liberto Toros en Las Albarizas, el barrio más deprimido de Marbella. Se acerca al «maestro» y con educación saluda a todo el mundo. A penas tiene ocho años, el «míster» le quita los guantes y le enseña a guardar las vendas. «El contacto humano y el cariño hacen que el respeto surja de forma natural», asegura el entrenador. Le envía a hacer comba, pero le pregunta: «¿Qué tal en el colegio? No me trajiste tus calificaciones». «Mañana mismo», responde el niño, que se va hacer comba. Ser aplicados en los estudios es el peaje que tienen que pagar la decena de chavales que entrenan en Toros; deben responder con buena actitud en el colegio.

«Si no lo hacen no hay entrenamiento. Les mando para casa y les pico para que haya resultados», asegura Liberto Toros.

Liberto nació en la «zona negra de Calí» en Colombia hace 51 años. «Había que sobrevivir. Allá mataban a la gente por ser homosexual, por ejemplo. La vida era muy dura», matiza. El boxeo le salvó, fue un buen amateur y los años le arrojaron una experiencia que ahora emplea para ayudar a los chavales con una vida complicada y arrojados a los peligros de la calle. «Existe discriminación, pero también hay una autoexclusión de la sociedad por su parte», apunta. «Cuando llegué a España sólo me juntaba con colombianos, formamos un gueto y tuve problemas con los españoles. A ellos les pasa igual», relata Liberto Toros, quien aplica su experiencia para ayudar a los niños a integrarse. Les enseña a vivir en comunidad. En las paredes unos bisontes en manada enseñan a formar parte sólo de lo que te haga mejor. «En el gimnasio sólo hay una familia. No hay españoles, extranjeros, payos, gitanos, hombres o mujeres. Sólo hay personas que practican un deporte. Eso les hace pertenecer a la sociedad, sentirse parte de ella», añade Toros, quien explica que es entonces cuando surge la educación, el respeto o la responsabilidad.

En la puerta del gimnasio se quedan los prejuicios y en los sacos, golpe a golpe, la rabia

En la puerta del gimnasio se quedan los prejuicios y en los sacos, golpe a golpe, la rabia, la frustración por sentirse diferente o los problemas en el colegio y en la calle. Llegan Alberto y Giorgio. Piden hacer un entrenamiento físico. El profesor pregunta a Giorgio por qué faltó el día anterior. El adolescente reconoce que se quedó dormido. No hay una bronca, sólo le advierte de que eso no puede ocurrir. A Alberto le pregunta por las notas. «Ahora mejor míster. Estoy haciendo los deberes y voy aprobando. Creo que podré sacar un cinco y que no me queden», responde. Liberto sólo le muestra la importancia de trabajar a diario. «Has perdido la primera parte del año. Ahora cuesta más esfuerzo», le remarca el entrenador. «Ellos no son de Las Albarizas, pero cruzan toda Marbella para venir aquí a entrenar porque se siente parte de algo», apunta el entrenador.

«Casi todos los chavales que vienen tienen mala actitud en el colegio. No detectan eso como un problema. Aquí aprenden que lo es y que deben solucionarlo, porque estudiar es la única forma de ser libres», remarca el entrenador, quien añade: «Aprenden que esa es su responsabilidad y tienen que cumplir con ella». «Entre estudiar y el boxeo, lo primero es estudiar», apunta Felipe, otro de los jóvenes que llega desde Las Albarizas. «Felipe es uno de los que más problemas tiene en el barrio. Vive con su abuelo y es el objeto de las burlas de los niños en la calle. Aquí es parte de la comunidad», asegura Liberto. «A mí antes me quedaban todas, pero ahora las apruebo todas, menos inglés», asegura el niño. Felipe saluda con respeto a todos los compañeros del gimnasio, intercambia bromas y admira a los mayores que «guantean» encima del ring bajo la máxima de «no rendirse jamás».

«Las familias vienen y me cuentan muchos de los problemas que tienen los niños. No dejo que nadie se apunte si no viene con su padre», explica Liberto Toros, porque «los padres deben saber dónde está el menor, con quién y qué está haciendo». «No pueden desentenderse de la educación de sus hijos», señala Toros. «El problema es que algunos no saben ser padres. No se puede criar a un niño con 15 años, estás intentando sobrevivir. Parte del trabajo es enseñarles a ser padres y a tener una responsabilidad», matiza el entrenador, quien asegura que esa es la razón por la que cobra una cuota a los menores. «No les cobraría. Tengo socios y no me hace falta cobrar ese dinero, pero a los padres les hace ser responsables de sus hijos y que se preocupen para que vengan, o si no vienen», añade Toros.

Ver los comentarios