El acto de la tremolación del Estandarte Real desde el balcón principal del Ayuntamiento
El acto de la tremolación del Estandarte Real desde el balcón principal del Ayuntamiento - EFE/ MIGUEL ÁNGEL MOLINA
TOMA DE GRANADA

Granada celebra su Toma más pacífica de los últimos años

Aun con la presencia de extremistas, la ciudad ha recordado sin incidentes su conquista por parte de los Reyes Católicos

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Como cada año –prácticamente– desde la entrada a Granada por parte de los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492, la ciudad ha celebrado su Toma. Casi tan tradicional como la Toma en sí es la polémica que protagonizan desde hace no tanto extremistas zurdos y diestros, que acostumbran a copar las reseñas de un espectáculo que, según coinciden multitud de asistentes, esta vez ha sido uno de los más pacíficos que se recuerdan en los últimos tiempos. Como novedad, la presencia de la Legión en el desfile militar y la participación de comparsas de Moros y Cristianos.

El acto conmemorativo ha empezado en torno a las 11 y media, con la llegada del desfile militar a la Plaza del Carmen.

Desde allí hasta la Catedral ha marchado la comitiva, encabezada por el acalde de la ciudad, Francisco Cuenca, el nuevo subdelegado del Gobierno en Granada, Francisco Fuentes, y el teniente coronel de José Carrasco, teniente general del Ejército y jefe del Mando de Adiestramiento y Doctrina. Tras la misa de rigor en la Catedral, donde reposan los restos de los Reyes Católicos, militares y personalidades institucionales han regresado al Ayuntamiento para la ondear el Estandarte Real.

El concejal popular Juan Antonio Fuentes ha sido el encargado de tremolar el pendón de los Reyes Católicos desde el balcón del Ayuntamiento, donde ha proferido la fórmula clásica. «¡Granada!», ha de gritar tres veces el edil de turno. «¿¡Qué!?», le han respondido cada vez los granadinos. A la tercera, el concejal ha contestado: «Por los ínclitos Reyes de España, don Fernando V de Aragón y doña Isabel I de Castilla, ¡viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva Andalucía! ¡Viva Granada!». Luego, los himnos han sonado por dos veces.

Comparsas de Moros y Cristianos de los municipios de Cúllar, Zújar y Benamaurel
Comparsas de Moros y Cristianos de los municipios de Cúllar, Zújar y Benamaurel - EFE

El fuerte dispositivo policial desplegado por la Subdelegación y el Ayuntamiento ha garantizado la ausencia de incidentes entre los grupos radicales concentrados, que se han limitado al enfrentamiento verbal, cada cual con sus banderas. Los miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores e Izquierda Anticapitalista Revolucionaria no han pasado de los gritos y los silbidos con los que siempre tratan de reventar un acto que califican de racista. En el otro extremo han estado los asistentes por parte de Fuerza Nueva, Democracia Nacional y Falange con su clásica soflama: «Hoy, como ayer, Fernando e Isabel».

La Toma de Granada ha concluido con el desfile de la Legión, que por primera vez ha estado presente en el acto a proposición del Madoc. También novedosa ha sido la marcha de comparsas de Moros y Cristianos venidos de Zújar, Cúllar y Benamaurel, tres municipios del norte de la provincia a los que el Consistorio socialista invitó a participar.

El origen de la tradición

Hace 525 años que Boabdil, el último rey de Granada, entregó la ciudad a sus homólogos los Católicos. Fue el 2 de enero de 1492, en las postrimerías del Medioevo, con América aún por descubrir. Apenas un mes antes, Boabdil se había rendido al bando cristiano, que estaba ya a las puertas de la ciudad, tras una década de asedio.

Las crónicas atribuyen a la madre del monarca nazarí la famosa frase «no llores como mujer lo que no has sabido defender como hombre». Al margen de tamaña cita, que podrá ser, o no, verdad, lo cierto es que Boabdil negoció unas condiciones de rendición ventajosas para Granada. Boabdil evitó un innecesario baño de sangre en el último reducto islámico de la península y garantizó el respeto a las costumbres de los musulmanes –más tarde se incumplió– a cambio de su exilio a un gran señorío en las Alpujarras y un buen puñado de oro, prebenda habitual con la que los Reyes Católicos emprendieron su cruzada, pues no todo fueron espadas.

Dios y ayuda –también de los propios musulmanes, divididos por la sucesión dinástica del reino nazarí– les costó a los Reyes Católicos entrar en Granada. El último reducto islámico de la península no cayó de forma oficial hasta el 2 de enero de 1492, cuando se produjo la simbólica entrega de llaves de la ciudad a los Reyes Católicos por parte de Boabdil, un día después de que se celebrara la primera misa cristiana en la Alhambra.

Pero no fue hasta 1522 cuando se empezó a conmemorar la toma de la ciudad. Desde entonces, la tradición se ha celebrado cada año de forma ininterrumpida. Ha navegado a lo largo de seis siglos, sobreviviendo a todo tipo de regímenes con más o menos éxito, según la época. El pendón ha ondeando en el balcón del Ayuntamiento granadino incluso en tiempos de la II República, cuando coexistían, no sin cierta contradicción, los vivas a los Reyes Católicos y al sistema político falto de monarquía. El franquismo se encargó de revitalizar la Toma de Granada con una importante dotación económica para restaurar el Estandarte Real y el resto de objetos que se emplean en la fiesta. 

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