Enrique Mandl durante la entrevista
Enrique Mandl durante la entrevista - J.J.M.
TURISMO

Enrique Mandl: «Sierra Nevada es referencia sólo para gente de zonas cercanas; no hay nivel»

En diciembre reabre el Lodge, el establecimiento de mayor lujo del enclave granadino. Una «rareza» en su entorno

MARBELLA Actualizado: Guardar
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Enrique Mandl es el director de los nuevos proyectos de la familia Shamoon. Los dueños de Marbella Club y Puente Romano han decidió ampliar horizontes y Mandl es el elegido para pilotar la expansión. Desde el año pasado es el director del Lodge de Sierra Nevada. Un hotel que hubo que reconstruir tras un pavoroso incendio y adaptarlo a los nuevos tiempos. «Ahora es un lugar único, que se ha convertido en el mejor hotel de cinco estrellas de España», reseña el director. Un establecimiento de temporada que abre sus puertas el próximo 2 de diciembre y cuya regencia compartirá con el nuevo proyecto que se va a abrir en Ibiza. El Lodge es un lugar hecho a medida para los bolsillos más selectos del litoral andaluz y una «rareza» en un destino como el granadino.

-¿Qué es el Lodge?

-Por lo servicios que ofrecemos, por el diseño del hotel o por las habitaciones y la ubicación es algo único. Sierra Nevada no refleja al Lodge porque no es un lugar del lujo. Es complicado tener este hotel allí arriba. No es Aspen o Los Alpes, pero tampoco está a la altura de Baqueira o Andorra. Somos el único lugar que marca la diferencia. Es un hotel de cinco estrellas gran lujo que, en sí mismo, es un destino. La Sierra no está de acorde al Lodge. Invertimos para convencer a la gente de que se vaya a Sierra Nevada a pagar 600 euros por habitación. Por ejemplo, allí no hay restaurantes de alta gama. Son establecimientos que abren poco tiempo. No hay tiendas de lujo. Nuestros clientes vienen a Marbella porque tienen donde gastar el dinero. Estos turistas quieren ver, por ejemplo, una decoración de Navidad que en Sierra Nevada no existe. Faltan estas iniciativas.

-Entonces, ¿por qué acuden vuestros clientes a Sierra Nevada?

Cuando abrimos, la idea era nutrirnos de los huéspedes de Marbella Club y Puente Romano. Pero al final, nuestra clientela son residentes en las grandes urbanizaciones de la costa malagueña y gaditana. Son consumidores en estos dos hoteles, pero en la parte de ocio o restauración. No son los que vienen a pasar las vacaciones. Viven aquí. Van a nuestro hotel a esquiar, porque es el único cercano que cubre sus necesidades. Marbella tiene una gran variedad de gente que consume productos y servicios de lujo. Muchos de estos clientes son nórdicos que esquiaron desde pequeños. Ahora tienen niños que crecen aquí y nunca fueron a esquiar.

-¿Cómo conjugan su tipo de turista, que requiere exclusividad y privacidad, con el que va habitualmente a Sierra Nevada?

-Es complicado. Sólo es un destino referente entre la gente de zonas cercanas. Faltan sitios bien cuidados, infraestructuras, limpieza, ofertas complementarias, mejores accesos o que los coches no estén aparcados en los laterales de las carreteras y los parkings vacíos. No existe tampoco una gama media de servicios. Las tiendas abren sólo tres meses y la última reforma se hizo para atraer los Juegos Olímpicos de Invierno hace años. Si no hay nieve nada funciona. El objetivo ahora es posicionar el hotel como un lugar de lujo donde pasar un fin de semana. Si hay nieve se esquía y si no hay se propone un gran abanico de excursiones y actividades al aire libre.

Las infraestructuras son un problema... 

-Están mal. Se nos quemó el hotel porque los bomberos tardaron más de tres horas en llegar a apagar el fuego. No hay infraestructuras y vemos que los políticos no las van a hacer. El problema es que la gestión de Sierra Nevada es pública. No hay un interés en generar rentabilidad. Las iniciativas privadas no tendrían a dos empleados un fin de semana repartiendo «forfaits» a miles de personas.

-¿Iría mejor Sierra Nevada si se privatiza?

Si. Esa sería la única forma de darle un empujón en calidad, eficiencia e infraestructuras. Hay un problema serio con las colas y los accesos. Hay gente que sólo sube a hacerse «selfeis» en la nieve y se puede tardar tres horas en subir. Es un desastre. Una empresa privada revisaría las infraestructuras para que fuesen más eficientes y rentables.

-¿Ayudaría la llegada del AVE a Granada?

-Sería positivo. Ahora es más fácil irse a otro lugar. Con el AVE la gente de Madrid o Sevilla estaría cerca de Sierra Nevada. Sería fantástico. También por las conexiones de los vuelos. Ahora cuando el cliente llega a Málaga hay que traerlo en transporte privado, que cuesta una fortuna. Nosotros estimamos que la ocupación nos podría subir, a priori, hasta un 8 por ciento.

-¿Cómo va la expansión del grupo en Ibiza?

-Llevamos un año de retraso. La inversión es un hotel de 152 habitaciones en el destino más solicitado de España. Vamos a llevar la cultura de hoteles y servicios de lujo a Ibiza, donde no existen lugares como Marbella Club. Estamos en Playa Talamanca, con una zona residencial de moda al lado y a cinco minutos de las áreas donde están los servicios de alta gama. El problema ha sido la remodelación. Podemos y lujo no van juntos.

-¿Es Podemos un problema para este sector turístico?

Estamos dirigidos a un 5 por ciento de la población, que es la que puede pagar nuestros servicios. Podemos no deja convivir nuestro modelo con el turismo barato. Pese a haber colaboración con el alcalde socialista de Ibiza, las fricciones políticas surgen. Al estar la ciudad codirigida por Podemos todo se complica. Ahora tenemos que sobrevivir a esto. En Ibiza tampoco hay servicios de lujo, pero sí precios. La ciudad tiene que regularizar algunas cosas, como los alquileres. Un apartamento de un dormitorio cuesta hasta 2.500 euros y balcones tapados para hacerlos dormitorio están a 500 euros al mes. La empresa ha tenido que comprar un edificio de apartamentos para que los empleados puedan quedarse en Ibiza. Hemos tenido que dar solución a algo que el gobierno local no ha sabido hacer. Invertimos para dar nombre a una ciudad que, de alguna manera, no nos trata como merecemos.

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