Sierra Nevada se ha convertido en un laboratorio perfecto para analizar el cambio climático
Sierra Nevada se ha convertido en un laboratorio perfecto para analizar el cambio climático - ALEJANDRO MOLINA
CAMBIO CLIMÁTICO

10 evidencias del cambio climático en Granada

Hechos como la paulatina pérdida de nieve en Sierra Nevada o la muerte de 100.000 árboles en sólo cinco meses alertan de los efectos de un fenómeno difícil de parar

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Incremento de las temperaturas medias, calentamiento más acusado, menos lluvias, aumento de las superficies áridas, desaparición de especies… No son pocos los indicios que alertan del impacto del cambio climático, un proceso real y global. Su lectura también puede hacerse a nivel local y en Granada los síntomas son evidentes. Buena parte de los estudios científicos internacionales dedicados a abordar este asunto se han centrado en Sierra Nevada, que se ha convertido en un laboratorio perfecto extraer información y así diseñar futuros planes de actuación a nivel mundial, pues todos los datos están conectados e influyen unos sobre otros. En este contexto, algunos de los hechos más significativos son:

100.000 árboles muertos en cinco meses

Está ocurriendo. Ahora mismo, miles de árboles están muriendo en la Sierra de Baza: unos 100.000 en los últimos cinco meses.

Según las primeras informaciones al respecto, y a falta de estudios oficiales solicitados que señalen las causas, todo apunta a que una plaga de insectos podría estar detrás de la desaparición masiva de pinos y cedros, como recoge la revista digital Sierra de Baza. Dado que se trata de especies impropias de un entorno considerado como probeta para vaticinar futuros comportamientos del medio, ésta podría ser una prueba más del cambio climático.

Sierra Nevada se derrite

Las conclusiones extraídas por investigadores de la UGR que llevan estudiando Sierra Nevada desde 2007 con más de 40 medidores distintos no dejan lugar a dudas: se está derritiendo. El aumento de las temperaturas –sobre todo en las mínimas registradas– y el descenso de la cantidad de lluvia son las principales causas, según los autores de «La huella del cambio global en Sierra Nevada. Retos para la conservación». Como consecuencia, hay menos nieve, y la que hay dura menos tiempo. En los últimos 15 años se ha reducido la cubierta de nieve una media de tres días años.

Aumenta la temperatura de los ríos

El cambio climático también se ha traducido en el aumento de la temperatura del agua de los ríos, que ha subido casi 2 grados –1’63– en las dos últimas décadas. A esa conclusión llegó un grupo investigador de la Universidad de Granada encabezado por la doctora Marta Sáinz Bariaín.

Ríos con menos agua

El caudal de los ríos que descienden por Sierra Nevada ha disminuido en los últimos años. Entre los múltiples factores que han propiciado esta situación, destaca la destrucción de parte de las milenarias acequias de careo de Sierra Nevada durante la construcción de la estación de esquí. Las acequias de careo se encargan de recoger las aguas procedentes del deshielo para filtrarlas a la montaña, lo que garantiza que se nutran los ríos gracias a los acuíferos de su interior siempre estén cargados y no corran el riesgo de secarse, que es la tendencia. El proyecto europeo MEMOLA, comandado por el profesor José María Martín Civantos, trata de recuperar este sistema de riego tradicional cuya red se extiende por más de 3.000 kilómetros sólo en Sierra Nevada.

Los animales suben la montaña para huir del calor

La respuesta de los invertebradas al cambio climático puede ser un buen medidor para comprobar las alteraciones de su hábitat. Por ello, no es casual que multitud de insectos se estén desplazando en altitud hacia zonas más frías. Huyen del calor. Las especies que no pueden hacerlo sufren el riesgo de extinguirse, como es el caso del topillo nival.

Hacia una superficie más árida

Otro de los síntomas claros del cambio climático es el paulatino proceso de desertización al que se enfrenta la Tierra. El proyecto Paleodul, dirigido por la Universidad de Granada, ha constatado que Sierra Nevada avanza poco a poco hacia la aridez desde hace 7.000 años tras estudiar los sedimentos depositados en los humedales del entorno.

Desaparición de las nieves perpetuas

Las nieves perpetuas características de Sierra Nevada son hoy una anécdota. Desde hace más de medio siglo no hay año –prácticamente– en el que se haya mantenido el agua congelada durante los 356 días. El único glaciar de alta montaña que existía en Andalucía, el Corral de Guarnón, en la cara norte del Veleta, desapareció en 1995, según la Red de Información Ambiental de Andalucía de la Consejería de Medio Ambiente.

Menos pastos, más pinares

El uso del suelo de Sierra Nevada es otro aspecto que ha cambiado en los últimos 50 años. En dicho periodo, el 47% de la superficie de la zona ha sufrido cambios. Además del aumento lógico de los espacios urbanizados, ha crecido considerablemente el número de coníferos y robles –fruto de la repoblación artificial– en detrimento de las áreas donde predominaban los pastos y matorrales. Los cultivos, tanto de regadío como de secano, también se han visto mermados, con las consiguientes consecuencias sobre el entorno.

Las aves han variado sus ciclos migratorios

También ha cambiado la migración de las aves que cada año pasan por La Laguna, uno de los más importantes humedales de la península, ubicado en el municipio granadino de El Padul. La Estación Ornitológica allí instalada evalúa desde 1985 el comportamiento migratorio de las especies aladas, que han adelantado su fecha de llegada y han retrasado la de su marcha. Según recoge el diario Ideal, pájaros como la golondrina, el alcaudón o el carricero solían aparecer por La Laguna en marzo, y ahora lo hacen en febrero. Asimismo, se marchaban en octubre, pero actualmente no se van hasta que llega noviembre.

El anormal comportamiento de las alergias

El tiempo está perdiendo su natural estacionalidad. La meteorología se vuelve cada vez más inestable y eso hace que la flora no cumpla con sus ciclos habituales. Se altera, por tanto, la época de polinización, cada vez más larga e intensa, tal y como recoge la Red de Aerobiología de Andalucía Oriental, que mide el nivel de partículas biológicas en el aire.

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