Aristóteles Moreno - Perdonen las molestias

Volando voy

No sé lo que es el IRPF, señor juez. Cosas que le pueden pasar a cualquiera

Aristóteles Moreno
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YO no sé lo que es el IRPF. Ni falta que me hace. Tampoco sé lo que es el impuesto de sociedades. Ni el de patrimonio. Y del IVA no me hable, señor juez. De impuestos, la verdad sea dicha, no tengo la más remota idea. La mañana en que los explicó el profe no fui a clase. Esas cosas pasan. Casualidades de la vida. Vas el día en que explican la recalificación de suelo urbanizable, pero, oiga, la mañana en que toca obligaciones tributarias te quedas dormido. Qué quiere que le diga.

Eso sí: en política urbanística soy el primero del aula. Veo una parcela con alto valor añadido desde el balcón de casa. Qué digo desde el balcón de casa.

Desde que es suelo rústico y el concejal de turno aún no ha pintado el plan general de ordenación urbana. En eso soy un fuera de serie. Hágame caso, señor magistrado. Todo el mundo no vale para todo. A usted, seguramente, le iba el derecho penal como anillo al dedo y se le atrancaba el derecho civil. Eso me pasa a mí con los impuestos. Que se me pegaron las sábanas el día en que tocaban y ya no hay manera de remontar el vuelo.

Usted comprenderá, por consiguiente, que se me haya pasado pagar 60 millones de euros a la Hacienda Pública. No por mala fe ni por descuido. Palabrita. Sino por puro desconocimiento. Hay cosas que no te entran en la sesera por mucha uva pasa que te metas en la sobremesa. Y el Impuesto sobre la Renta de Personas Físicas no me entraba ni con miguitas de pan. Yo me he dedicado a trabajar toda mi vida. Y a crear puestos de trabajo por un tubo. Bueno. A trabajar y a especular. Que el día en que el maestro explicó este verbo intransitivo llegué temprano a la escuela. Me senté en primera fila y tomé dos libretas de apuntes. Tirando por lo bajo.

Así de caprichosa es la vida. Hay cosas que digieres a la primera y otras que te provocan sarpullidos. Yo tenía esa habilidad innata. Miraba el mapa de Andalucía y veía promociones inmobiliarias donde otros apenas atisbaban monte bajo y jaramagos. Es lo que tiene cuando uno va a clase el día adecuado y aprende lo que tiene que aprender. Especular es un verbo con mucha plusvalía y mucha creación de riqueza para este país. Digan lo que digan los perroflautas. Tributar, en cambio, es un verbo triste como Rodrigo Rato cantando por seguiriyas. Un verbo, digámoslo claro, que ha nacido para los currelas y los pagafantas.

La Costa del Sol es hoy lo que es gracias a visionarios como yo. Gente que huele un plan parcial desde antes de que el delineante coja el lápiz. Ya le digo. En planes parciales tengo un máster. Al ministro de Hacienda no, pero al gerente de Urbanismo le doy sopas con ondas. Con el de Marbella, sin ir más lejos, me llevaba a partir un piñón. Quien dice un piñón dice un maletín de cuero negro. Porque en política fiscal ando flojito, lo admito, pero me conozco de memoria en qué ventanilla tocar para saltarme a la piola las ordenanzas urbanísticas.

Y si no, me monto un plan especial a la medida. Para mi cuerpo serrano. Que del impuesto de sociedades estoy canino pero en ingeniería urbanística soy la hostia en verso. Fíjese el hipermercado que monté en la carretera de Palma del Río sin tener un maldito papel en regla. Hágame caso, señor juez. Voy más rápido que los papeles. Y, en el peor de los casos, me echa una mano el concejal de turno. O el alcalde. O el consejero. Qué más da. Ahora bien, también se lo digo, del IRPF no tengo ni la menor idea. Por estas.

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