Natividad Gavira - PUERTA GIRATORIA

Una victoria para el tiempo

El gobierno municipal espera el gran cambio, ese en el que les voten quienes ahora no lo hacen

Natividad Gavira
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A excepción de la desmesurada «victoria ideológica» que representó para IU el hecho de que la gran superficie comercial del Parque Tecnológico de Rabanales 21 vaya acompañada de un porcentaje de espacio dedicado al I+D+I, el resto de su gestión más parece inspirada en aquellas asambleas universitarias a las que asistíamos y que servidora de ustedes abandonaba indefectiblemente cuando escuchaba tras una ronda de sentidas alocuciones algo así como «ahora vamos a votar si votamos». Estábamos perdiendo el tiempo, ninguna solución vendría de nuestra mano, aunque el realismo concedía al momento algo de trascendente que no tenía. Por mi parte, no resistía tanta dilación en el trato de asuntos, a veces determinantes, y en casi todas las ocasiones sin llegar a la categoría de conflicto.

Era una ocasión de relajar horas y encaminar nuestra agenda universitaria al jueves, por fin.

De dilaciones va la cosa en este momento para quienes ostenta buena parte de la gestión municipal y están decididos a ganar tiempo porque están convencidos de que todos los que no los votan en la actualidad tendrán una suerte de mutación temporal y antes de los cuarenta cinco años lo harán a cuatro manos, hay fuerzas políticas engreídas y sobrestimadas a pesar de su inferioridad numérica. Tienen claro que se operará el gran cambio, posible y necesario, dicen. Ahora se trata de gobernar en letargo que más que crispación social produce desesperanza e indiferencia.

Se empieza a confundir diligencia con enredo. Es el caso del destino que el Ayuntamiento de Córdoba dispone para la cementera Cosmos ante la observación silente de la Junta de Andalucía. Decisiones al margen de las mesas a tres bandas creadas para equilibrar el proceso que se quedan con la palabra en la boca y que, presumiblemente, serán objeto de nuevos planteamientos que las convoquen en una demostración más de cómo el tiempo en Capitulares tiene una dimensión ajena a la del resto de los mortales. De enredo podríamos hablarle también a los trabajadores del Consorcio Municipal de Turismo, atenazados por una insufrible inseguridad y sometidos a un limbo jurídico que mucho tiene que ver con la alegre creación de empresas municipales que hace quince años se presentaban como organismos cualificados en cuanto a recursos económicos y humanos para prestar servicios y ahora nadie consigue convertirlas en jarrones chinos de los que solo recordar sus años de brillantez. Otro tanto se lo deben estas veintiuna familias afectadas a la administración lenta de decisiones que nada entiende de situaciones laborales, mucho menos personales.

El paso del tiempo malgastado gobierna la acción política en esta ciudad, encadenada a la vaguedad de una representación institucional que no supera apariciones menores, previsibles y en su mayoría promovidas desde fuera y aderezadas en muchos casos por la rivalidad de dos siglas enfrentadas entre sí y sostenida por formaciones que actúan de fuerza centrípeta. Así nadie puede ser dueño de su tiempo.

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