DELINCUENCIA

Todas las víctimas adolescentes sufren por partida doble

La violencia de género y en las redes sociales se ceba con las jóvenes tratadas en los centros andaluces

Unidad de ciberacoso de la Policía Nacional ABC

S. L.

Todas las adolescentes que han sido atendidas en el Programa de Atención Psicológica a las Mujeres Menores de Edad Víctimas de Violencia de Género en Andalucía han sufrido ciberdelincuencia de género, «que no es otra cosa que la violencia de género ejercida por el agresor a través de las redes sociales ». El dato, aportado ayer por la directora del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), Elena Ruiz , durante la inauguración de las I Jornadas G-CrimTech sobre Género, Redes Sociales e Internet, demuestra «la especial vulnerabilidad de la juventud ante esta nueva manifestación de la violencia de género, que, aunque afecta a mujeres de todas las edades, es especialmente llamativa en la adolescencia, al usar las redes sociales como forma habitual de comunicación y relación». Según informa la Junta de Andalucía en un comunicado, Ruiz ha destacado la importancia de formar en el uso responsable de las redes y de conocer la manera adecuada de actuar ante casos de ciberdelincuencia de género, tal y como ha hecho Andalucía.

En este sentido, Ruiz ha recordado que «Andalucía ha sido la primera comunidad autónoma en atender todas las especificidades de la ciberdelincuencia de género », al poner en marcha un Protocolo de Actuación ante la Ciberdelincuencia de Género, dirigido a todo el personal del IAM y a los centros municipales de Información a la Mujer, así como a la red de acogida, con el fin de darles todas las pautas necesarias para atender de manera adecuada a las mujeres víctimas, sean o no adolescentes, que presentan síntomas de sufrir o haber sufrido este tipo de violencia digital. El protocolo ha ido acompañado de la formación necesaria para que el personal tenga cualificación para la detección de la ciberdelincuencia de género.

El protocolo recoge, entre otros aspectos, los principales signos de alarma para detectar la ciberdelincuencia de género, que deben tener en cuenta tanto la víctima como el equipo profesional que la atiende. Entre ellos, hay que «estar muy alerta» cuando el chico vigila los comentarios que hacen en las redes sociales sobre la pareja; cuando revisa las publicaciones y fotos de ella y las utiliza para hacer reproches; cuando le presiona para que dé de baja de su lista de contactos a personas que no son del agrado de él; cuando le exige compartir contraseñas y leer sus correos; cuando controla sus fotos; o cuando le insista para que le envíe fotos o vídeos comprometidos como prueba de amor.

El protocolo dedica un apartado muy amplio a las pautas que se deben dar a la usuaria para garantizar su seguridad informática (custodia de información, copias de seguridad, protección de la red wifi, consulta técnica ante geolocalizadores o aplicaciones espía...) y para recabar pruebas electrónicas que puedan servir en un juicio (imágenes, capturas de pantalla, watsapps, vídeos, etc.), además de aportar estrategias terapéuticas adecuadas para paliar los efectos psicológicos del control y de las crisis de reputación.

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