CATADEL VINO MONTILLA-MORILES 2018

Sábado de ambiente masivo en la Cata del Vino de Montilla-Moriles 2018 en Córdoba

La fiesta de los caldos cordobeses, que cierra este domingo, vive un fin de semana de lleno

Visitantes a la explanada de la Diputación de Córdoba ÁLVARO CARMONA

J. MARTÍNEZ

Un murmullo atronador. Fue tal ayer la afluencia de usuarios a la Cata del Vino Montilla-Moriles que sólo la charla convencional de miles de personas, sin necesidad de gritos, se hacía oír por encima de la música de ambiente. Ya a las 13.00 horas, a escasos minutos de su apertura, se había producido una larga cola de espera que iba en aumento hasta más allá de la farmacia ubicada junto a las instalaciones sanitarias de la avenida de América de Córdoba, que ahora mismo se está reformando. Y a medida que se iban incorporando más personas a la espera, el buen humor y el ánimo iban en aumento. El ambiente estaba ya más que garantizado.

Una vez en el interior, algún tipo de inteligencia natural distribuyó de forma espontánea la masa humana que se supo amoldar como el agua a un recipiente al aforo de la Cata. Sin agobios, copando cada hueco y eligiendo la bodega del gusto de cada cual. Porque eso es algo que se está dando mucho de un tiempo a esta parte. Se va en busca del vino que a cada cual le agrada. Eso es bueno, pero no tanto como parece. A los productores les encantaría que los asistentes preguntaran por las novedades, que para eso se esfuerzan año tras año en traerlas.

«Mucho esfuerzo»

La jornada de este sábado era propicia para el optimismo. La cultura del vino cada ha entrado más en la sociedad. Dicho de otro modo, la sociedad cordobesa parece estar recuperando esa convivencia natural con un producto muy de la tierra y que forma parte de la forma de ser de los cordobeses.

«Es una labor que llevan años haciendo con mucho esfuerzo las bodegas y cooperativas para fomentar que la gente viva más la cultura del vino», explicó ayer a este periódico Rafael Fernández, venenciador oficial del Consejo Regulador Montilla-Moriles.

Eso se nota no sólo a la hora de solicitar las consumiciones, sino cuando se trata de saber estar en la Cata, hasta el punto de que cada vez se tiene menos la sensación de que se produce un «macrobotellón de vino». Ni siquiera tanto por las noches, con la llegada masiva de jóvenes al recinto.

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