Restaurante Zuhayra, tradición del gusto internacional

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Si el visitante anda un poco despistado puede que tenga que preguntar a algún vecino por el restaurante del Hotel Zuhayra. Este alojamiento está perfectamente camuflado entre las casas de Zuheros. Fachada blanca y macetas en la puerta. A pesar de ser un servicio más que el hotel ofrece a sus clientes, en los últimos años “le hemos dado un impulso al restaurante para que tenga entidad propia y no sea el comedor de un hotel” indica el director gerente del establecimiento, Juan Carlos Ábalos.

Basa su identidad en una amplia carta en la que la cocina tradicional tiene un protagonismo especial con unos sutiles toques de vanguardismo que hacen que de los fogones salgan a la mesa del comensal atractivos platos llenos de sabor.

El pilar sobre el que se asienta son «los productos de la tierra como los quesos y el aceite de oliva virgen extra y los productos de la huerta», resalta Ábalos quien detalla que «tenemos nuestros propios colaboradores». Asegura que «estos productos imprimen a los platos un sabor y un carácter especial. El plus de sabor y olor del producto recién recolectado».

La carta del restaurante Zuhayra ha encontrado la armonía necesaria para satisfacer el paladar del comensal nacional e internacional. Mientras los primeros se decantan por una buena carne o un buen pescado, los segundos se deleitan con suculentos platos con verdura. Según el director «para ellos es un lujo poder degustar una simple parrillada de verduras» ya que «en sus lugares de origen no tienen acceso a productos de calidad de la huerta a buen precio». Productos que muchos de ellos han visto horas antes de almuerzo o la cena en las huertas colindantes a su ruta.

Así entre los intocables de su carta está la ensalada Zuhayra. Una combinación de color y sabor elaborada con verduras de la huerta al horno con almendras, canónigos frescos y queso de ceniza caramelizado acompañado de una vinagreta especial. También el paté casero de perdiz y los platos que no entienden de nacionalidades como la clavellina, un potaje de habichuelas con huevo frito y ajitos, o el potaje de garbanzos con espinacas y chorizo. No falta el rabo de toro, «espectacular» según los clientes, o el codillo. Los postres son un homenaje a los productos de la tierra y de temporada. Ahora destacan la mousse de turrolate y el membrillo al azafrán con mousse dequeso, con más de seis años en la carta y prohibido quitarlo mientras haya membrillos en el membrillero.

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