Rafael Ángel Aguilar Sánchez - El Norte del Sur

En plan Feria

Lo que se impone es disfrutar tapándose un poco los ojos o, simplemente, aceptando que las cosas son como son

Rafael Ángel Aguilar Sánchez
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Pues ha llegado la hora de desempolvar los avíos. O lo que es lo mismo, de darle un planchadito, o no, a los vaqueros. Todo en plan Arenal y en plan vamos a ir a la Feria como si fuéramos de perol, o casi. Esta fiesta que empezó anoche -y que amenaza, ojo, con convertir al visitante diurno en poco menos que en un tuareg por las altas temperaturas previstas- arranca con la misma indefinición que en sus ediciones anteriores, con lo que la conclusión más sensata es que la falta de un modelo de celebración cerrado está en su razón de ser. Dicho de otro modo: que si lo que ha perdurado desde el traslado de las casetas desde La Victoria a El Arenal es lo que veremos, de nuevo, hasta el próximo sábado será porque lo que la gente -la que hace negocio y la que se divierte- quiere y lo que le gusta es justo lo que se levanta cada final de mayo entre la portada y la autovía.

No hay que darle más vueltas. Noble es el empeño de la Asociación de Casetas Tradicionales, que junto a otras entidades se ha dejado las fuerzas en la última década en tratar de darle una mano de aseo y de buen gusto a una reunión ciudadana que tenía, y tiene, mucho de mejorable. Pero hasta aquí hemos llegado. Esto no es Sevilla ni Jerez ni Málaga: es Córdoba, con todas sus virtudes y con todos sus defectos.

Así que lo que se impone es disfrutar tapándose un poco los ojos o, simplemente, aceptando que las cosas son como son: que un tipo con una chaqueta que camina erguido y con sus zapatos aún relucientes por el Balcón del Guadalquivir corre el riesgo de que le digan de todo, y nada bonito, desde que pone un pie en la calle de Enmedio; que al paseo de caballos hay quien llega como llega, que no sabe uno si de verdad el personal es consciente de que la cita en cuestión no tiene que ver con la romería del pueblo, por muy respetable que ésta sea; y quea ciertas horas va a haber que tirar y bien de la billetera porque los precios de un combinado van a ser los mismos, céntimo arriba céntimo abajo, que los de un local de moda en el Vial.

Pero basta de lamentaciones. Enfúndense los tejanos, no los nuevos ni los de moda, sino unos bien ajados por el paso de las temporadas y de los vaivenes de las tendencias de los escaparates; pónganse una camisa con alguna alusión a la fiesta pero tampoco sin pasarse con los motivos florales; peinénnense lo justo, una coleta baja ellas, un repaso con el cepillo ellos; cojan del aparador un abanico discreto; maquíllense ellas con las capas justas para que parezca que hay ganas de fiesta pero tampoco demasiadas; esbocen una sonrisa con un punto de resignación y si la mirada anda caída por el cansancio y por las cosas que pasan en la vida no es preciso disimular mucho: la composición será perfecta para andar por El Arenal en plan la mujer que anuncia este año el ciclo de Mayo que ahora entra en su recta final.

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