Mario Flores - EL DEDO EN EL OJO

Ya me opero yo si eso

Vecinos de Palmeras toman la iniciativa para redactar un plan integral que saque al barrio de la marginalidad

Mario Flores
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La realidad discurre a veces por derroteros tan extraños que debemos recurrir a sabios como Faemino y Cansado para alcanzar a entenderla. En uno de los números del famoso dúo humorístico, Faemino habla con un médico que le informa que ha de operarle de una dolencia, a lo que aquel responde que «a él un tío no lo ve en pelotas y que mejor le dé el instrumental que ya se opera él solo».

Esa bizarra propuesta del cómico, tan divertida como impensable, representa el colmo de lo imposible, lo difícil y lo impropio, pero no por retorcida deja de reflejar una realidad que se puede palpar de vez en cuando en el día a día de las cosas. ¿O qué si no representa que los vecinos de Las Palmeras hayan tenido que tomar la iniciativa frente al ayuntamiento para redactar todo un plan integral para sacar de la marginalidad al barrio?, ¿no han hecho como Faemino con el doctor al espetarle a todo un ayuntamiento que ya se ocupan ellos de hacer lo que le correspondería al consistorio?

Es tan digna de alabar la iniciativa adoptada por la asociación La Unión y la Esperanza como censurable resulta que ni este, ni ningún otro consistorio anterior, hayan sido capaces de ofrecer un horizonte razonable a los vecinos de aquella castigada zona.

El plan redactado por estos valerosos ciudadanos da la impresión de haber sido elaborado tras un riguroso estudio de las necesidades y carencias de la zona, dedicándole tiempo y esfuerzo para, ya que de médicos hablábamos, realizar un diagnóstico certero y proponer una terapia adecuada a la enfermedad. No ha debido ser fácil la tarea, pero lo han conseguido. Lo que el ayuntamiento no ha sido capaz de llevar a cabo (ni ninguna otra administración, ojo) lo ha realizado esta asociación para asombro del mundo (y también del ayuntamiento, imagino).

Cuando no hace mucho hablaba aquí mismo de la diferencia existente entre facultativos y dificultativos (los que resuelven y facilitan frente a los que dificultan y enredan) no pude anticipar que, poco tiempo después, tendríamos un ejemplo tan claro en nuestra ciudad. La asociación La Unión y la Esperanza ha sabido jugar el papel de facultativo que debiera corresponderle al consistorio y/o a otras administraciones públicas, facilitando para ello toda una serie de estudiadas medidas que el consistorio no supo o quiso poner en pie: 51 medidas a corto y medio plazo para mejorar notablemente la educación, la formación laboral y el empleo, la seguridad, la convivencia y la degradación urbana y social; ¡ahí es nada!

Los vecinos hablan del plan en términos de esperanza, depositando en el mismo los anhelos y derechos que quieren alcanzar pero que se les vienen negando tradicionalmente.

No son pocos los casos de ciudadanos que, ante la inacción de los poderes públicos, deben coger el bisturí y operarse a sí mismos. Las propuestas, iniciativas, proyectos y planes que encabezan particulares y asociaciones son la señal de que, demasiadas veces, los ayuntamientos (pongamos por caso) andan más afanados en quitar o poner cuadros de San Rafael, en ocuparse de alcanzar la tontuna de tener una Mezquita pública, de calidad y sostenible o en decidir quién de ellos la tiene más larga en lugar de dedicarse a lo que se tienen que dedicar, que no es otra cosa que resolver los verdaderos problemas.

Si finalmente prospera la iniciativa ciudadana y se realizan excursiones a la sierra en burros como actividad generadora de empleo, sugiero que sean nuestros conspicuos munícipes quienes hagan de équidos y paseen a los turistas por el campo a sus espaldas. Justo castigo.

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