LLEGA DE EE.UU. UNA VERSIÓN DE LA DROGA DURA

La heroína vuelve a agrietar el barrio de Fray Albino de Córdoba

Los vecinos denuncian la llegada de decenas de «yonquis» que vagan por sus calles con el «mono» pidiendo dinero en un estado calamitoso

Aspecto de la calle Sanchuelo en el barrio de Fray Albino ÁLVARO CARMONA

P. GARCIA-BAQUERO

A las 5 de la tarde comienza el « toque de queda» en la calle Beato de Henares desde la esquina de Enrique II, en el barrio de Fray Albino. Ultramarinos, panaderías y fruterías cerrados , menos el supermercado Piedra», comenta una de las vecinas de la calle Osario Romano, resignada con el nuevo rostro del barrio y esta vez no es por las grietas de sus casas sino la vuelta de la heroína . Desde hace casi un año, esta zona del Sector Sur está tomada por «yonquis» que no se veían en estas calles desde los años 80 .

«Aquí nos conocemos todos, pero han comenzado a vender unas drogas distintas, que ya no son cocaína, marihuana o “chocolate”, sino más duras, como la heroína o base, y los que vienen están muy enganchados ; hechos polvo , piden dinero y vienen con el “mono”, nerviosos . No sabes qué reacción pueden tener si no les das unos céntimos. No son de aquí», comenta una de las propietarias de un establecimiento de ultramarinos, que como el resto de vecinos, por miedo a represalias por parte de las familias «que todos sabemos» , prefiere mantenerse en el anonimato.

Una vecina cruza la calle en Fray Albino ÁLVARO CARMONA

Hace unos días, en una de las redadas que hace de forma periódica la Policía Nacional, uno de estos «yonquis» se metió en una de las tiendas del barrio para huir de los agentes y cerró la puerta por dentro, cuenta otro de estos vecinos. Costó echarlo.

No es el primero ni el último susto que se llevan estos vecinos de Fray Albino que colindan con la calle Sanchuelo , el núcleo duro de la droga en esta barriada. «Desde que llegaron esas familias de Martos, esto se convirtió en un mercado de la droga hace años. Pero los coches que venían por cocaína hace un año era gente que no se metía con nadie; llegaban en sus coches, retiraban la coca y se iban », recuerda otro de estos vecinos. No daban más problemas. Ahora es todo distinto. Es como estar en «“los Vikingos” hace 20 años» . El único problema de los últimos años fueron las grietas. Las casas de este barrio ahora deprimido recibieron hace diez años más de 8 millones de euros de inversión pública (Ayuntamiento y Junta de Andalucía) para reformas de unas casas cuyo precio ahora ha tocado fondo.

Las patrullas de Policía pasan una y otra vez, a lo largo del día. Identifican a los consumidores que encuentran en la calle, muchos de ellos arrastrando sus piernas en estado de desnutrición pero poco más. Los agentes saben qué familias son las que mueven esa droga; pero con la ley en la mano no siempre pueden actuar. De hecho los vecinos notaron que cuando los traficantes estuvieron en prisión hace un año (el verano pasado) hubo unos meses tranquilos en los que no se veían estos «yonquis» en la calle; pero pagaron fianza y ya están otra vez en Sanchuelo.

Narcocasas

No sólo venden droga desde sus casas sino que han habilitado otra de esas viviendas, muchas deshabitadas porque a sus vecinos se les hacía la vida imposible , como «fumadero» o «narcocasa» . En la puerta desvencijada, unas sillas y sillones para que se puedan sentar a fumar ese «crack» o esa «base», mientras otros vigilan y llaman la atención con intimidaciones a cualquiera que mire demasiado.

«Los nuevos drogadictos son gente joven; vienen con mochilas, sin asearse o comer; malviven en la calle. Piden un bocadillo, o una pieza de fruta. Hay una joven escuálida que no tendrá ni 18 años; llena de llagas y pupas , que apenas se mantiene en pie ; siempre pensamos mi madre y yo que cualquier día no vuelve», se lamentan otras dos tenderas acostumbradas a ver pasar por su puerta a estos jóvenes drogadictos a los que literalmente « no les sale la voz del cuerpo del mal estado en el que están ».

«No se puede vivir aquí»

La lacra que azota de nuevo a este ala del barrio de Fray Albino ha provocado la huida de muchos vecinos de toda la vida , incluso algunos que han pensando irse a Alemania donde estuvieron parte de su vida trabajando y donde dejaron a alguno de sus hijos. «Nos vamos a final de semana a Alemania, y el perro se viene con nosotros», comenta esta familia en la farmacia a escasos metros de la calle Sanchuelo. «La calle es suya (de los traficantes); nadie puede pasar sin supervisión; están en la puerta, es parte de su casa. Nunca cierran las puertas porque nadie se atreve a entrar en ellas sin permiso; sólo los que vienen a comprar la droga y los que la fuman o inyectan en el mismo lugar», cuenta otra vecina que lleva 30 años en el barrio, a escasos metros de esta «zona cero».

La cartera de Correos es la única que puede pasar por Sanchuelo sin ser insultada o atemorizada por el clan de la droga. «No siento miedo, es mi trabajo, además son muchas las veces que nos piden que les leamos las cartas ; ellos no saben leer; les leo si les llega una notificación del juzgado o una deuda», reitera esta cartera que lamenta el estado de alguna de estas viviendas, que contrasta con los coches de alta gama aparcados en sus aceras.

En uno de los bares del barrio su propietario reconoce que «hay miedo. Eso no lo vamos a negar, siempre tenemos que estar dos en la barra y que no se le ocurre dejar sola a su mujer, cosa que antes sí hacía cuando no estaba esta nueva ola de la heroína». La farmacia ha dejado de vender «jeringuillas» para no tener que expenderlas ante el miedo a este tipo de personas, señala una de las vecinas del barrio, propietaria de otro establecimiento.

La heroína, en toda España

Fuentes de la Policía Nacional reconocen ABC que «Córdoba no es ajena a este regreso del consumo de heroína que se está produciendo en toda España». Los controles y registros continúan en la zona donde diariamente se identifican a consumidores y se paran coches en la zona pero sin que siempre se puedan realizar operaciones a gran escala. Los vecinos reconocen la presencia policial pero aseguran que es difícil erradicar la venta de droga en la calle Sanchuelo porque entran y salen de prisión y si no están unos están otros del mismo clan para continuar con el «negocio».

La Policía Nacional asegura que no hay denuncias por parte de los vecinos por altercados o venta de drogas. Los vecinos responden que tienen miedo a denunciarles, a ir a la comisaría con nombres y apellidos contra estos vecinos que venden los estupefacientes, «porque en el barrio todos nos conocemos, y tenemos miedo», admiten muchos de ellos.

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