LA CERA QUE ARDE

Gorrillas

Ellos son personas como algunos políticos

Rafael González

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Con los gorrillas pasa como con los pantalones de campana : vuelven cada cierto tiempo. En realidad siempre han estado ahí -los gorrillas- y los pantalones también -en el armario- y son asuntos cíclicos según dicten las normas de la moda o las agendas municipales. Tengo edad suficiente para haber conocido tres regresos de los pantalones de campana y varias medidas contra los muchachos que aparcan coches . En ambos casos mi mirada ha ido cambiando del cabreo a la compasión, porque tuve que padecer los pantalones de campana en la infancia y a los gorrillas cuando empecé a estacionar, y ahora es entrañable ver a los chicos jóvenes ataviados como en los 70 y a esta gente con el peto fluorescente echando una mano y pidiendo la voluntad.

La moda ejerce de fenómeno alienador y los gorrillas alinean los vehículos con una capacidad malabar que ya quisieran muchos concejales de movilidad. En realidad los concejales son los verdaderos artífices del problema y los que se embarcan en esta solución nueva que ni es nueva ni solucionará nada . Aparcar un coche es una aventura según el sitio solicitado o al que se necesite acceder. Estacionar en un erial junto al hospital hasta hace poco era moneda común y el problema no residía en el gorrilla sino que la Andalucía Imparable dejara un sembrado de melones en barbecho al lado del centro de referencia de trasplantes: algo no casa.

O ese paseo de la Victoria con sus espacios en batería regulados por un caos ordenado gracias al señor que se juega la vida señalándonos que hay un hueco en el que cabe un monovolumen, dos utilitarios y cuatro motos. Los gorrillas ejercen de físicos con los que los conceptos de espacio y tiempo adquieren una nueva dimensión. Y eso hay que pagarlo, amigos. Porque en realidad ya abonamos anualmente suficientes tasas municipales para que a la postre nos tengamos que meter el coche en la parte baja del pantalón de campana, y eso no mola. Siempre que abordo el asunto del tráfico y sus cuitas advierto al lector y a los ecologistas que yo soy de coger poco el coche, no vaya a ser que me salte un podemita verde y me llame fascista con volante. De eso nada. Liberal motorizado , como mucho.

Pero tengo necesidades y a veces voy a sitios y preciso de ayuda para estacionar porque la cosita está complicada. Eso suponiendo que el Google Maps no me haya enviado a Vicálvaro, que puede ocurrir. Y se agradece mucho ese gorrilla que en el fondo es un ser humano que se busca la vida como cualquier concejal de sostenibilidad o futura promesa política de las nuevas generaciones. Son seres humanos que igual hasta quieren comer todos los días un poco . No digo yo que haya que regular el asunto, pero cuando la administración se pone a regular en realidad lo que hace es cobrarnos más. Y para eso prefiero pagarle al muchacho del parking : bastante bajada de pantalones de campana tenemos ya a diario con los ideólogos que arreglan las cosas a base de impuestos y tasas. Y encima no te aparcan el coche.

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