El profesor García Peinazo, en la facultad
El profesor García Peinazo, en la facultad - Valerio Merino
Cultura

Doctorado en Triana y Medina Azahara

El rock andaluz se convierte en objeto de una tesis universitaria que recibe el Premio de Musicología

CÓRDOBA Actualizado: Guardar
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Manuel Martínez, líder incombustible de Medina Azahara, descuelga el teléfono y se frota los ojos. ¿Una tesis doctoral sobre el rock andaluz? ¿Premio Nacional de Musicología 2016? «Es que no sé de qué me habla», balbucea desconcertado. Es la primera noticia que tiene del galardón que acaba de recibir Diego García Peinazo, doctor en Historia y Ciencias de la Música, cordobés para más señas, por su laureada tesis titulada «Rock andaluz. Procesos de significación musical, identidad e ideología (1969-1982)».

Treinta y cinco años después del ocaso de uno de los fenómenos culturales más luminosos de la música popular española, el rock andaluz acaba de doctorarse en el inaccesible mundo académico. Hasta entonces, había permanecido dormido en la memoria de una generación que cabalgó a lomos de la transición democrática y la asombrosa confluencia del rock progresivo con el flamenco.

La alquimia funcionó contra todo pronóstico. Y de la mezcla de Pink Floyd y la música de raíz andaluza germinaron una veintena de bandas que removieron de arriba a abajo el panorama nacional a finales de los setenta.

Pink Floyd, una banda clave para el rock andaluz
Pink Floyd, una banda clave para el rock andaluz - ABC

La labor de Diego García Peinazo (Córdoba, 1987), Premio Extraordinario por la Universidad de Oviedo, por rescatar el rock andaluz ha sido ciclópea. Para poner en pie su investigación de más de 600 páginas, se ha sumergido en la Biblioteca Nacional, ha examinado meticulosamente más de 250 canciones de veinte grupos y se ha entrevistado largamente con sus protagonistas. El resultado ha sido un trabajo metódico y complejo en el que trata de analizar la estructura armónica musical y su relación con la identidad andaluza. «El rock andaluz», argumenta sentado en su despacho de la Facultad de Filosofía y Letras de Córdoba, «tuvo una importancia decisiva en la construcción de la cultura andaluza».

Con la tenacidad de un orfebre, transcribió todos los patrones armónicos, las melodías y los parámetros rítmicos de un montón de vinilos cuyas canciones jamás habían sido escritas en partituras. «La mayor parte de aquellos grupos usaban la cadencia andaluza pero le daban una vuelta para acercarse al rock progresivo», sostiene. «Y surgieron cosas muy interesantes de hibridación armónica», apunta. «Al principio, el rock andaluz era maldito desde el punto de vista del flamenco. Y, en sentido contrario, el flamenco y la copla estaban connotados al franquismo, por lo cual no les gustaba a los jóvenes, que consumían los Beatles».

Los pioneros: Smash
Los pioneros: Smash - ABC

Todos los críticos sitúan el germen del rock andaluz en el grupo Smash a finales de los 60. Con la incorporación de Manuel Molina, el talento psicodélico de Gualberto y la producción del inabarcable Ricardo Pachón lanzaron con notable éxito su «Garrotín», que inauguró la nueva era que estaba por llegar. Pero no fue hasta la publicación en 1975 del excepcional primer disco de Triana cuando el rock andaluz remontaría el vuelo de forma imparable.

Una pléyade de nombres

La banda sevillana espoleó el innovador género de raíces con una fuerza inusitada y tras su estela emergieron una pléyade de bandas que acabaron por consolidar un fenómeno cultural sin precedentes: desde los cordobeses Medina Azahara (1979) y Mezquita (1979), hasta Imán (1978), Cai (1978), Alameda (1979), Guadalquivir (1978) o Tabletom (1980). La Leyenda del Tiempo (1979), de Camarón; Lole y Manuel; y el refrescante experimento de Veneno (1977) completaron un universo musical enormemente estimulante.

Triana, rock progresivo
Triana, rock progresivo - ABC

Para empezar su exigente trabajo de investigación, ejecutó un vaciado exhaustivo de prensa y fuentes hemerográficas desde finales de los años 50. «El rock andaluz es un fenómeno transcultural. No exclusivamente andaluz», puntualiza. Se refiere a la existencia de grupos más allá de nuestras fronteras que tomaron la música andaluza como materia prima para sus creaciones. Por ejemplo, el grupo británico Carmen, que publicó en 1973 «Fandangos in space». O incluso los míticos King Crimson, en alguna de cuyas composiciones «usan estructuras armónicas cercanas a la cadencia andaluza».

«Si no hacías rock andaluz, te quedabas fuera. Hubo una imposición cultural»
Diego García

Como personajes claves en la historia del rock andaluz cita sin discusión alguna a Ricardo Pachón y Gonzalo García Pelayo, productor de Triana y agitador cultural inagotable. Durante la elaboración del estudio, se entrevistó con músicos ya legendarios del rock andaluz como Gualberto, el ya citado Manuel Martínez, Iñaki Egaña y Manuel Rodríguez, de Imán, o Eduardo Rodríguez, el único superviviente vivo de Triana.

Con este último compartió una mañana en un chiringuito de Caños de Meca, adonde se retiró hace décadas tras la muerte de Jesús de la Rosa. El crítico musical Luis Clemente sitúa el «lustro de oro» del rock andaluz entre los años 1975 y 1980. La irradiación creativa fue de tal intensidad que muchos grupos andaluces sufrieron una suerte de «imposición cultural de la época». «Si no hacías rock andaluz te quedabas fuera», argumenta Diego García. ¿Y por qué se desvaneció a principios de los 80? La muerte de Jesús de la Rosa en 1983 y la irrupción de la Movida ayudaron a liquidar un movimiento que durante una década se había convertido en «icono del rock español».

El rock andaluz se diluyó dejando un legado insustituible. «Cuando evocas aires de copla y flamenco pero incluyes letras de la contracultura «hippie» en un contexto de rock estás subvirtiendo el estereotipo andaluz», explica. Ya se lo dijo Eduardo Rodríguez en Caños de Meca: «Revitalizamos lo andaluz fuera de los tópicos». Hoy el rock andaluz se encuentra dentro del currículo de la ESO, recuerda Peinazo con orgullo.

Los incombustibles: Medina Azahara
Los incombustibles: Medina Azahara

La excepcionalidad que ha dinamitado la regla todo este tiempo se llama Medina Azahara. La banda cordobesa lleva 37 años ininterrumpidos en carretera. Esta semana salen para Guadalajara y Zaragoza, y en abril vuelan a Suramérica. «Nos parece estupendo que se premie un trabajo sobre el rock andaluz», dice Manuel Martínez. «Nosotros no hemos dejado de creer en nuestras señas de identidad». ¿Sigue vivo el espíritu del rock andaluz? «Vive en los sentimientos de mucha gente», declara al otro lado del móvil uno de los profetas de este género inmortal.

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