TRIBUNA LIBRE

Callejero municipal y memoria

Una comisión opta por suprimir del callejero cordobés los rótulos de Cruz Conde, Cañero y Conde de Vallellano

Antonio, Rafael y Alfonso Cruz Conde ante un retrato de José Cruz Conde. ARCHIVO

Juan Luis Sevilla Bujalane

Acabamos de conocer la decicisón de una comisión municipal -¿cuántas se han creado ya? ¿cuánto tiempo y dinero de todos los cordobeses se invierte en ellas?- que ha optado por suprimir del callejero cordobés los rótulos dedicados a don José Cruz Conde, a don Fernando Suarez de Tangil, Conde de Vallellano, y a don Antonio Cañero . La causa se encuentra bien determinada y recogida una Ley: su actividad, considerada de relieve, en el período franquista.

No esperen ustedes que me detenga en negar, excusar o a respaldar el pasado más o menos franquista de estas personalidades. Ni piensen que voy a hacer una confrotación entre aquel Régimen -de cuyas últimas Cortes emana la actual democracia, como está escrito en la Historia-, sino que voy a reflexionar sobre la que entiendo deber ser una supresión real de sus nombres y de su huella en la Historia . Porque lo que dicen que van a hacer -retirar un rótulo- no es borrar la memoria. Retirar un rótulo, a demanda de cualquier cargo político, lo lleva a cabo el correspondiente operario y en paz. Pero borrar un nombre de la Historia es otra cosa: en el caso que nos ocupa, es conseguir que dichas personalidades queden en el olvido , tras muchos años de reconocimiento por sus méritos y aportaciones a Córdoba, que les homenajea designando calles de su entramado urbano con su nombre.

¿Cómo borrar realmente esa huella? Es bien sencillo: hay que demostrar que su aportación no fue real , que fue nula, o bien, quienes aspiran a borrarlo, hacer ver que les igualan y superan posteriormente otras; que no merece la pena recordarles porque llegaron otros posteriormente y rebasaron con creces su obra. Eso es hacerlo con coherencia y hombría y no escudándose en mediocridad política y legislativas de medio pelo...

«Es fácil borrar los nombres. Lo difícil es obviar sus logros»

Y creo que tendrían fácil lo que habría que hacer para emular a estas tres personalidades. Propongo alguna -hay más, claro- de las actuaciones: así en primer, creo que sería legítimo que se retirase el nombre de don Antonio Cañero a su barriada, porque quienes tuvieran la generosidad de valorar la donación absolutamente gratuita que hizo de sus terrenos sobre los que se construyó el barrio, y en metálico se la devolvieran a los descendientes de aquél esa gran ciudad monetaria que regaló el bienhechor. De su bolsillo. Como él hizo. Entonces, estarían legitimados para retirar su nombre. Valorarla y devolverla íntegramente. Podrían así quizás decir que sobra su nombre y sustituirlo por otro.

Por lo que se refiere a don José Cruz Conde, bastaría con que quienes pretenden retirar su nombre, cierren al paso todas las calles del centro de la ciudad , comenzando por la plaza de las Tendillas, y todo el callejero del mencionado centro, para diseñarlo nuevo entero y superándolo, reconstruirlo, con un nuevo y mejor trazado, y siempre sin que a los cordobeses nos cueste el dinero que ya nuestros antepasados invirtieron en esta monumental reforma.

Añadir a ello la remodelación y alumbrado del centro histórico y de los jardines principales de la ciudad. Nada debe quedar de su huella. Hay que borrarlo. Pues adelante. Cerrado todo al tráfico, abajo las edificaciones del centro y sus calles y que con su ingenio que tracen una nueva ciudad superior a esta, con la dificultad de respetar monumentos y estructuras histórico-artísticas. Lo tiene fácil, sin duda...

«¿Vallellano? Dejen de usar el puente y las avenidas»

Y finalmente en referencia al Conde de Vallellano, es muy notorio cómo borrar su huella: basta con renunciar -así se borra de verdad- al Puente de San Rafael. Sí, el Puente Nuevo, así como al uso de la Avenida de Vallellano, como vías de acceso a la ciudad. Antes de contruirse aquél, en Córdoba solo se entraba por el Puente Romano . Su construcción permitió que éste se manturviera en buen estado hasta hoy, y abrió un genial acceso a la ciudad. Renunciemos a ellos y a la avenida de la Victoria como arterias de acceso. Todo nuevo.

Pero más allá, hay algo que no se nos olvida: nadie duda -y quien lo haga es un aténtico estúpido- de la necesidad que Córdoba tiene de agua. La que hoy es la ciudad más calurosa de Europa, padece, además, sequías largas como la del año en el que vivimos . Y si en ella no hay cortes de siministro de agua se debe a la remodelación del pantano del Guadalmellato y la acometida de aguas del mismo en la ciudad.

Quienes quieran borrar la huella del Conde de Vallellano en la ciudad lo tienen así también fácil: que cierren el paso del agua a Córdoba desde allí, absolutamente. Hay que borrar su huella. No hay agua para Córdoba de la que trajo don Fernando. Y que cierren el paso del Puente de San Rafael, diseñando y construyendo todo. Seguro estoy de que ya lo tienen todo planeado, y dejarán en ridículo tanto por el diseño como por el coste, estas monumentales y esenciales construcciones. Estoy más que seguro.

Quedan todos los que quieran invitados a borrar la huella de estas tres personalidades en la ciudad de Córdoba. Pero de verdad. No de boquilla, como hacen los personajillos de medio pelo . Ya lo dice el refrán: obras son amores y no buenas razones.

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