Álvarez Cubero, el regreso al mercado de un maestro de Priego de Córdoba de la escultura neoclásica

Como una buena parte de la escultura y del arte neoclásico , su nombre ha quedado en la letra pequeña de la historia, al menos para el gran público. Pero, como también sucede con lo que se hizo en los años que él vivió, los estudiosos e historiadores nunca dejaron de tenerlo en buena estima. El nombre de José Álvarez Cubero no se ha pronunciado en demasiadas ocasiones en los últimos años en Priego de Córdoba , su ciudad natal, ni en toda la provincia, pero ha vuelto a sonar cuando dos de sus obras han aparecido en una reciente subasta. No encontraron comprador entonces y ahora regresarán en otra sesión que se celebrará la próxima semana.

Es la ocasión para reencontrarse con un escultor que aprendió su oficio en las mejores obras. Es decir, viajando. José Álvarez Cubero nació en Priego de Córdoba en 1768 y allí se formó, primero con su padre, Domingo Álvarez , también escultor, y más tarde con Francisco Javier Pedrajas , constructor de retablos, con el que trabajó en la monumental iglesia de la Asunción de su ciudad. El entonces joven autor realizó algunas de las esculturas del celebrado sagrario barroco del templo.

Con 26 años, en 1794, viajó a Madrid e ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando . Pero no duraría mucho: en 1799 ganó una pensión para marcharse a París, donde trabó contacto con otros escultores, y en 1805 se fue a Roma, donde estuvo veinte años y conoció y se formo con Antonio Canova, el gran maestro del neoclasicismo. Tuvo tiempo para trabajar para el rey Carlos IV y para su hijo, Fernando VII , y su obra «Defensa de Zaragoza» le abriría las puertas de España, y aunque le nombraron escultor de cámara en 1816 no regresó de forma definitiva hasta 1827.

Una de las obras que se subastan es «Hombre con túnica» , que presenta similitudes con «El invierno» , que hizo para la fuente del Paseo del Prado. La firma Fernando Durán la subastará el próximo día 23 y según su información pertenece ahora a descendientes directos del artista, aunque se había podido admirar. Entre 1955 y junio de 2017 estuvo en el Museo del Romanticismo de Madrid. Representa a un hombre que podría pasar por un tribuno de la Roma clásica o de Grecia, y en ella destacan los pliegues de la ropa y la serenidad. La obra salió a puja por un precio de 40.000 euros en una subasta que se celebró en septiembre y que quedó desierta. Ahora tendrá un precio de 27.500 . El mismo trayecto en el precio hizo «Diana» , que los estudiosos relacionan con otra de sus obras cumbre, «Amor dormido» .