Bellido y Juan Manuel Moreno se dan la mano en presencia de José Antonio Nieto
Bellido y Juan Manuel Moreno se dan la mano en presencia de José Antonio Nieto - Valerio Merino
Opinión

Ahora le toca al PP

Nadie le va a pedir a José Antonio Nieto que haga lo que no quiere hacer. Aunque cualquiera con mollera sabe lo que tienen que decidir ahora. Una nueva etapa en el partido sí o sí

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De los trece secretarios de estado de Seguridad (o directores generales análogos) anteriores a José Antonio Nieto desde la Transición hasta acá, solamente uno acabó siendo ministro -Antonio Camacho-. Otros dos terminaron en el talego en los años duros -Rafael Vera y Julián Sancristóbal-. Uno fue presidente del Gobierno «de facto» por una noche, Francisco Laína, en las horas dramáticas del 23 al 24 de febrero de 1981. Y otro de ellos, el exgobernador civil de Córdoba Mariano Nicolás, tiene su hueco en los libros por haber arrestado personalmente a Alfonso Armada cuando la asonada que vertebra veinte años largos de política en España fracasa de modo notorio. Quiere decirse con esto que el cargo que Juan Ignacio Zoido ha reservado para el exalcalde de Córdoba no es un chollo.

Da un asiento de primera fila a los sótanos del Estado, a la historia de España, pero a costa de ser discreto, brillar poco, vivir con vigilancia muchos años y que suene el teléfono a cualquier hora de la madrugada vaya usted a saber por qué desgracia. Tal y como he felicitado en privado a Nieto, en público digo que el encargo es un regalito.

Sí ocurre que la posibilidad de que José Antonio Nieto compatibilice otras tareas con sus nuevas responsabilidades no es una tesis realista. Solamente el hecho de que esta sea una legislatura exprés, debe haber influido en que el jefe de filas de los populares cordobeses haya mantenido el despacho en la sede del Plan Renfe como responsable único del partido. Cualquier opción cierta de que Rajoy convoque elecciones si falla la negociación presupuestaria aconseja actuar con prudencia y no liarse la manta a la cabeza de un congreso extraordinario para encontrar nuevo presidente. Ahora vienen los peros de la situación.

Eso no quiere decir que el PP no tenga que moverse. La cesión de trastos a José María Bellido en la portavocía municipal no ha ido acompañada de más acciones hasta el momento, ni siquiera de aquel debate para promover la democracia interna que Nieto diseñó y anunió. Y el reloj biológico del mandato municipal empieza a correr. En un decir amén, se habrá cubierto el ecuador de la corporación y los partidos empezarán a actuar como corresponde a sus intereses: lanzando sus opciones de cara a las próximas elecciones municipales.

Nieto es el protagonista único de una época brillante del PP que se inició de forma abrupta haciendo caer a Enrique Bellido. Ha ganado elecciones, gobernado la capital en una de las tres victorias electorales y ha ampliado el mapa político del PP en la provincia a los municipios medios. Quizá más relevante, ha implantado una nueva generación en el partido que solo sabe de la antigua Alianza Popular por lo que cuentan los libros. Nieto no gobierna hoy un partido levantado en armas a costa de mandar tela. Cosa que sí está ocurriendo en sitios como Sevilla, donde solo ha faltado que se tiren las botellas de quinto a la cabeza.

Ese mando único es lo que tiene que cambiar progresivamente. Independientemente de lo que digan los cargos orgánicos, al PP solo le queda dar toda la prioridad a la cara que le va a representar en el futuro ante los vecinos de esta ciudad. Otorgarle la potencia de fuego, centrarle en los mensajes y darle la toma de decisión ante un escenario que va a ser de toma telera y moja. Con un PSOE asentado en el poder, una Izquierda Unida fusionada con Podemos y Ciudadanos, que tiene dos opciones: espabilar o acabar como UPyD. Eso se puede hacer por fases, progresivamente, o en un congreso de entronización. Pero lo cierto es que, si algo explica la larga etapa de buenos resultados de Nieto en lugares aparentemente hostiles, es no haber dispersado el poder tal y como ocurrió en la etapa de Merino.

De momento, los movimientos han sido conservadores, como no podía ser de otro modo. Y nadie va a exigirle nada a Nieto, que bastante tiene la criatura ahora mismo. José María Bellido cita a Hawking para lanzar la idea de que los cambios son el lugar para demostrar la inteligencia. Puestos a seguir en la física, recuérdese lo que dice la segunda ley de la termodinámica. Que dejar pasar el tiempo en estas cosas solo contribuye a incrementar el desorden y la energía que, pudiendo ser útil, acaba ocupando un lugar en la papelera.

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