Los niños de Palomares, sobre la arena de la playa de Garrucha
Los niños de Palomares, sobre la arena de la playa de Garrucha - ABC

Accidente atómico en Almería: Palomares recela de Trump

Estados Unidos tiene previsto llevarse menos del 20% de la tierra contaminada por la radioactividad pese al acuerdo alcanzado en 2015

ALMERÍA Actualizado: Guardar
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Cuando en octubre de 2015 los gobiernos de Estados Unidos y España suscribieron el protocolo de intenciones para la descontaminación radioactiva de las tierras de Palomares hubo quien aplaudió el gesto, pese a la tardanza, y quien apuntó que no había que festejar nada puesto que faltaban por ver que se ejecutara el acuerdo. Del dicho al hecho va mucho trecho y este se ha engrandecido con la victoria de Donald Trump en las pasadas elecciones americanas.

El pasado mes de noviembre, tras conocerse los resultados de los comicios, el alcalde de Cuevas del Almanzora, municipio al que pertenece la pedanía de Palomares, reconoció que la localidad se puso del lado de Hillary Clinton en estas elecciones porque «estaba muy sensibilizada con el tema de Palomares».

Según Antonio Fernández, en la agenda de la candidata demócrata «siempre venía la problemática de cómo tratar la tierra contaminada». A su juicio, con ella al frente del Gobierno federal la limpieza de los 50.000 metros cúbicos de tierra contaminada «podía ser una realidad».

Se cumplen 51 años del accidente aérea que generó este problema medioambiental y todo sigue igual. De hecho cuando en octubre de 2015 los vecinos vieron el apretón de manos entre el entonces secretario de Estado estadounidense John Kerry y su homólogo en España José Manuel García-Margallo, acogieron este gesto con incredulidad. «En el pueblo no se ha oído nada de que se vayan a llevar las tierras. Aquí estamos como siempre, todo normal», advertía entonces Ana García, una mujer de 70 años residente en Palomares.

Foto de archivo del 8 de marzo de 1966 del ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga (en el centro, y el embajador de Estados Unidos en España, Angier Biddle Duke (derecha), bañándose en la playa de Palomares
Foto de archivo del 8 de marzo de 1966 del ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga (en el centro, y el embajador de Estados Unidos en España, Angier Biddle Duke (derecha), bañándose en la playa de Palomares - ABC

Corría la mañana del 17 de enero de 1966 cuando un avión nodriza KC-135 y un B-52, de las fuerzas aéreas norteamericanas, iniciaban las maniobras de repostaje en vuelo. El bombardero se elevó más de lo debido y colisionó contra la panza de la nave nodriza. La tragedia estaba servida. Cuatro bombas termonucleares se precipitaron al vacío. Tres cayeron en tierra y la restante en el mar.

Este lunes Ecologistas en Acción exigió al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) la «clausura inmediata» de lo que consideran un «cementerio nuclear ilegal». De no acceder a dicha petición, el colectivo proteccionista acudirá a la vía de lo contencioso-administrativo para que sea un juez el que «obligue» al citado organismo a cumplir el plan de rehabilitación de Palomares (PRP), aprobado por el propio organismo en mayo de 2010 «con informe favorable de la Comisión Europea».

En dicho documento queda patente que el volumen de tierra a limpiar es de unos 50.000 metros cúbicos, pese a las nuevas pretensiones de EE.UU. de rebajar esa cifra a 28.000. Pero de llevarse a cabo la ansiada limpieza, de Palomares no saldrá tanta tierra. Y ello porque una vez aplicado el tratamiento específico previsto en la zona el volumen de residuos podría quedar reducido «a 8.000 metros cúbicos», que deberán ser «depositado en «un almacén provisional a la espera de su transporte definitivo a Estados Unidos».

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